domingo, 20 de noviembre de 2011




1. Las editoriales son especialmente necrófilas. Se nutren de libros póstumos; ensamblados por los parientes lejanos de los autores. Esos libros probablemente son mejores que los libros que los autores tenían en mente antes de morirse. Un suicidio a tiempo es inmejorable. El escritor se cuelga con el libro casi acabado. Su mejor libro. Ya solamente falta que la crítica lo avale. Es de lo mejor de ese autor prematuramente muerto, sin duda.

2. Yo no me he atrevido a comprar Un americano, de Henry Roth; un autor que me cae fenomenal y me gusta mucho. No me parece serio en un autor serio que salga al mercado un libro suyo que no haya ensamblado el propio autor, sino su primo lejano. Un americano es la obra maestra oculta del primo lejano de Henry Roth. No obstante devoré con gusto Los sinsabores del verdadero policía, de Bolaño; fue, de hecho, mi primer Bolaño; y el libro que me introdujo en su universo de leyendas postmodernas reales y ficticias. No me importó que el montaje final de Los sinsabores no fuese del propio Bolaño, sino de ese primo listo que tiene todo escritor fenecido. Toda la obra de Franz Kafka tiene ese mismo inconveniente y yo por supuesto no me atrevo a cuestionarlo; mejor tener a Kafka incompleto, rescatado de sus accesos autodestructivos, que no tenerlo.

3. Peter Handke es muy aburrido. Tiene ese aburrimiento vital, casi místico, que a mí me gusta tanto. Sus libros, tan austríacos, como tienen que ser, parecen suspendidos en el espacio y el tiempo; como si hicieran esfuerzos por convertirse en materia y no lo consiguieran, una vez y otra, derribándose al mismo tiempo que se erigen en pie. A mí me hace gracia que Handke todavía juegue a espantarse la sombra de Bernhard, diciendo de su rival muerto que tenía un estilo fácilmente imitable y ello lo convertía en mal escritor.

4. Handke ha escrito un libro de los que a mí me gustan, aburrido, muy aburrido, innecesario e ilimitado. Se titula Ayer, de camino. Es un libro-dietario y de-viajes que me recuerda en su planteamiento a A lo largo del camino, de Julien Gracq, otro libro aburrido de otro escritor aburrido. No obstante Gracq es como una roca, de literatura condensada, sólida como el metal. Handke se pierde, flota; parece derrumbarse en cada entrada. El libro de Handke tiene, digamos, los perfiles borrosos; Gracq, al contrario, escribe su libro con perfiles precisos, clásicos. Tal vez sea ésa una diferencia fundamental; la textura literaria. O puede que mi juicio sea totalmente banal y sin sustancia. Se trata de vagar por el mundo, al fin y al cabo. Aburrirse y escribirlo.

5. David Foster Wallace quiso escribir sobre el aburrimiento. No obstante confundió el aburrimiento con la burocracia; o cosas de ese estilo (las burocráticas retrasmisiones de partidos de golf, por ejemplo). Foster Wallace quiso ver una mística en esa clase de aburrimiento. Luego se suicidó; dejando su obra maestra inacabada, todo un monumento al aburrimiento burocrático, o lo que sea. Yo creo que hay una diferencia en la calidad del aburrimiento. Hay un aburrimiento histérico y estresado (el de Foster Wallace); y un aburrimiento desgajado y laxo (el de Handke; a mi modo de ver de una calidad superior y una mística genuina y total). Yo creo que el aburrimiento autentico requiere una gratitud general, sin límites.

3 comentarios:

  1. Handke aburrido?

    Estoy de acuerdo con el oportunismo de los deudos saqueando fondos de cajones de escritores muertos, para eso no tienen rival sus viudas más que los propios editores

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  2. Handke no es precisamente un escritor divertido, creo

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  3. divertido no, pero aburrido tampoco: serio

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