viernes, 20 de enero de 2012

Mi padre es un tipo calvo, alto y charlatán. Es un personaje de mundo, con opinión para casi todo. Cuando me habla, casi nunca escucho. Me pasa lo mismo con mi madre, tan charlatana o más que él. Desde infante he ido desarrollando una capacidad para hacer como que escucho lo que me dicen, sin atender, viajando con la imaginación cuando mi interlocutor cree que me está interesando lo que dice. Se la debo sin duda a mis padres. El error es de ellos, creo yo; pues decir muchas cosas y muy seguido es casi como no decir ninguna. Si pasas por delante de un muro en el que han pegado cien carteles distintos, no te fijas en ninguno, se anulan los unos a los otros. En cambio, un muro liso, neutro, con un solo cartel casi te obliga a leerlo. Mis padres tienen cada uno su propio discurso sobresaturado. Soy hijo suyo y les quiero, pero, vamos a ver, no les hago ni puto caso. Luego, algunas veces, me arrepiento; como cuando me negué a ver My Fair Lady porque era la película favorita de mi madre; año tras año negándome a verla, solamente porque le molaba a ella y me decía que tenía que verla. Ya mayor, finalmente vi esa película y me gustó mucho, me pareció un cuentecito estupendo sobre el uso del lenguaje y la educación. Con mi padre pasa lo mismo. Me viene con la historia de un fotógrafo vagabundo y yo digo, bah, otro de sus cuentos chinos. Pero después encuentro miga en el asunto, hostia, el viejo de vez en cuando atina. El artista lumpen se llama Miroslav Tichý y es checoslovaco. Fabrica sus propias cámaras con las que fotografía fundamentalmente culos de señoras estupendas. (¡Qué buenas están las checas, me cago en la leche!) A mí este artista me parece el caso opuesto al famoso Sebastião Salgado. El brasileño va por el mundo haciendo fotos de gente pobre, fotos compositiva y técnicamente perfectas, preciosistas, que vende millonariamente a revistas de reportajes. Lo de Salgado me parece tan pornográfico como las campañas benéficas orquestadas por las mujeres de altos empresarios, si es que existen estas campañas. Una mala combinación del lujo y la pobreza, en definitiva. El caso de Tichý es, como digo, justo lo contrario. El pobre es él y es él quien mira, por el objetivo de sus cámaras de fabricación casera, el lujo de unos culos sublimes, perfectos, exquisitos. Se invierte aquí la fórmula de Sebastião Salgado; ya no hacemos fotos preciosistas de gente pobre, sino fotos pobres de culos preciosos. Y sin necesidad de viajar por el mundo; sentándose y dejándolos pasar por enfrente. Hay otra referencia, se me ocurre: una vieja y estupenda película de Jean Renoir, Boudu salvado de las aguas. En ella, un vagabundo pretende ser redimido por un burgués, sin quererlo; finalmente el burgués se da cuenta de que el vagabundo no desea en absoluto los lujos y comodidades de la vida burguesa, prefiere la incomodidad de la intemperie. Miroslav Tichý es como aquel Boudu renoiriano. O como James Castle, aquel pintor analfabeto, que hacía cuadros con cartones de deshecho y con hollín; y ni tan siquiera se compraba los pinceles sino que se los fabricaba con lo que tenía a mano. Tal vez sean ejemplos extremos; no obstante yo creo que en una época de excesos, de absolutismo tecnológico, puede encontrarse alguna verdad en el arte que se alía con el rudimentarismo, que niega el adelanto, que quiere ser, por principio, pobre. Por cierto, respecto a Tichý, subrayar, además de la obcecación por las voluptuosidades femeninas, el enmarcado de algunas fotos, rudimentario y manufacturado, como tiene que ser.

3 comentarios:

  1. Uuummm... más culitos "made in Tichý". Yo, como el checo, también tengo obcecación por los culos femeninos pero no me gustan las fotos de culos que hay en internet... culos perfectos con iluminaciones diáfanas de una simetría plana, no. Me gustan los culos de estas checas y sobretodo el ramalazo voyeur que tienen. Sin eso serían otra cosa.

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  2. estoy de acuerdo, cefi; voyeurismo y sensualidad, que querrían muchos fotógrafos publicitarios acercarse a esta clase de sensualidad

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  3. La diferencia es que los 'perfeccionistas' fotógrafos publicitarios tratan los culos, a sabiendas, como objetos (manzanas, de cera además), y Tichy los trata como lo que son: culos de sus vecinas, algunas de las cuales se había 'tirado'

    Por cierto. ya mencioné lo de los marcos artesanos con reciclado, es parte del encanto de la foto

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