martes, 3 de abril de 2012

Editorial aristocrática saca periódicamente, cada uno o dos años, libro del malogrado Robert Walser. Los colecciono aunque no creo que llegue a leerlos todos. Como no los leo no puedo saber si hay engaño por parte de la editorial. Cada libro se parece al anterior. Me resulta extraño que después de haber traducido y recopilado el grueso de sus famosos microgramas todavía les quede material inédito de este escritor. A mí me da la sensación de que se dedican a hacer agrupaciones temáticas de relatos ya editados; para de ese modo poder armar un libro nuevo y continuar vendiendo la marca Robert Walser. No obstante no estoy dispuesto a comprobarlo, ya digo.

Ayer leí un par de cuentos del último libro, Sueños. Me lo regaló mi mujer. A mí Rober Walser siempre me ha gustado mucho, como Kafka, ambos depresivos y extraviados, los dos lecturas peligrosas por lo que pueden hacerte ver de ti mismo. Kafka es duro y reconcentrado, fuerte, incluso, a pesar de habitar un territorio (mental) inhóspito. Walser comparado con Kafka parece líquido, disuelto, inaprensible, como un maestro zen o algo parecido. A mi modo de ver Robert Walser tiene una sensibilidad más difícil que la de Kafka, de un equilibrio más raro. Yo diría que, leyéndolo, se le notan los vaivenes emocionales. Cuando está fuerte y convencido de lo que hace y cuando se aferra a la muleta de la escritura con desesperación, como único soporte. Los relatos que yo leí ayer pertenecen al segundo caso. El escritor alterna en ellos la primera y la tercera persona, como saliendo y entrando de sí mismo. Son de un bucolismo ingenuo. A mí el bucolismo walseriano me gusta, su romanticismo es muchas veces conmovedor. Resalta la importancia de las cosas pequeñas, de los detalles insignificantes y los placeres naturales, sencillos. Cuando todo lo encaja bien ya digo Robert Walser es un escritor brillante, esplendoroso. Cuando está roto se nota que la exacerbación romántica no le basta, sirve de guía al escritor pero no calma a la persona; el tipo está perdido y lo sabe, en algunos relatos lo asume, inclusive. Lo pequeño se le escapa entre los surcos de esa escritura micrográmica. No sabe ya si soy yo o es él.


3 comentarios:

  1. Considero que la obra de Walser envejece extraordinariamente bien. Esa ausencia de motores que dejan varados a sus personajes resiste muy bien al tiempo. Hay una pose en Walser, que no sé si es tal, de ingenuidad, casi de inmovilismo por la que todo pasa ante los ojos y se es incapaz de tocar nada. Nada se descompone. Tiene algo de trivial. Nada es bueno ni malo. Las cosas pasan, yo paso, todo anda a un ritmo diferente al mío. Parece decir "mi suficiencia no da para más", la decadencia que nos va a caer encima, que nos está cayendo, que nos cae,en la que estamos. Y eso sí, todo estupendamente bien contado.

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  2. claro, todo eso, dejarla caer...

    gracias por el comentario, cefi

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  3. No, no, escribió mucho, precisamente los Microgramas no se publicaron, pero en vida sacó quince libros, incluido su Ante la pintura que seguro conoces, tienes, leiste...

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