jueves, 3 de mayo de 2012



Autor miente. No puede ser de otra manera.

David Markson inventa una fórmula: teje un relato a base de aforismos ficticios; de lo particular, en torno a la figura de Autor, a lo general (a modo de fuga), circundando el tema en torno a la celebridad de otros. Es en cualquier caso un anecdotario falso, me juego el cuello. No es verosímil su labor de erudito de lo nimio. Markson elabora microficciones, falsos aforismos; intercalados a veces con verdades tópicas, para hacernos dudar o lo que sea.

La clave está en su relato más conocido: La amante de Wittgenstein, en la que lo falsario comienza con el propio título. En efecto, Wittgenstein, con todal probabilidad, nunca tuvo una amante.

En ese sentido, hay que tomarse a mi modo de ver Punto de fuga como una colección de hipérboles aforísticas; es decir, mentirijillas encadenadas que configuran una ficción fragmentaria y postmoderna. En cierto sentido, David Markson es una especie de Thomas Pynchon escuálido, de pequeño formato, incisivo y reconcentrado. Yo prefiero a Markson, claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.