miércoles, 3 de octubre de 2012




Al parecer, hace una par de jornadas salió la noticia, en un diario estadounidense, de que aquí estamos en la indigencia. En ese momento recogí en mis carnes, en mis oídos, en el ascensor de mi casa, una airada queja de un vecino a causa de este comentario de un lejano diario americano. El vecino se quejaba de que la imagen de este país se haya estado deteriorando gratuitamente en el exterior. Es mentira que aquí se pase hambre, decía el vecino.

Esta tarde, en la puerta del colegio de mi hijo, mientras esperaba su salida, yo me he sentado en un banco cómodamente a la sombra. Me ha venido a la cabeza el comentario de mi vecino cuando, en poco más de diez minutos, se han acercado tres personas diversas y han hurgado en el contenedor de basura que yo tenía delante, a pocos metros del banco en el que me había sentado. Todas ellas se han llevado alguna cosa que al parecer han creído servible; un cachivache de metal, un trozo de tela y pedazos de madera que antes habrían sido muebles, o lo que sea.

En concreto, la última de esas personas, un señor de buena planta y cierta elegancia en el gesto había sofisticado su actividad al máximo. Había llegado con una bicicleta con una especie de maletero a su espalda y el añadido de una estructura a modo de carrito con dos ruedas. El maletero y el carrito le permitían transportar una gran cantidad de objetos, sin duda encontrados en los múltiples contenedores de la ciudad.

El tipo se ha alejado montado en su aparatosa bicicleta, fumando un cigarrillo que tranquilamente se había liado al acabar de escarbar en la basura. No he podido evitar recordar, a su vez, aquella película de Agnès Varda, Los espigadores y la espigadora, y sentirme embargado por una clase de sentimiento apocalíptico. Luego, mi hijo no ha querido comerse la merienda que yo le había preparado; lo que me ha hecho recuperar el pulso de lo cotidiano, esa pirueta banal alrededor de la subsistencia del individuo pequeñoburgués. Me he sentido asquerosamente mal por un instante; pero pronto se ha impuesto como prioridad que el infante aprendiese a comerse un maldito bocadillo de jamón y queso. A ver si somos capaces de desterrar los entrepanes de Nocilla.

4 comentarios:

  1. Sí, lo que no quita para que el poderoso país donde se publicó ese reportaje tambien tenga su 'Cuarto Mundo' sus pobres en abundancia y a sus propias puertas, los famosos homeless (aparece ser que lo que más jodió fue el espléndido reportaje fotográfico en Blanco y Negro. ¿Lo has visto?)

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  2. La peli no la he visto pero el reportaje de los americanos sí. Aquí las cosas están feas y se van a poner peor y no he estado en América del Norte últimamente pero apuesto el pescuezo y no lo pierdo a que ese mismo reportaje lo podían haber "made in USA". Anoche Romney utilizó a España en el debate versus Obama. Lamentable. Y encima le ganó, dicen. Lamentable todo.

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  3. a mí lo que digan los americanos me da igual; tal vez yo sea un paranoico, pero veo a todas horas gente rebuscando en los contenedores de basura; y no se trata de los "sin techo" de, digamos, toda la vida, sino de gente que, me da la sensación, regresa a su casa con el botín del basurero, chatarra, cables eléctricos, lo que sea, que le sirve para salir del paso y mantenerse malamente

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  4. . La crisis es un asco. Nos están echando a patadas del país. Aquí uno trabaja como pidiendo perdón. Pero no me quejo. Conozco gente que se ha quedado en la calle literalmente, en concreto, un antiguo vecino mío portugués de cincuenta años que se quedó sin nada y antes me lo cruzaba en Día comprando y ahora me pide dinero en la puerta. Eso sí que es la hostia. Nos quejamos de vicio muchas veces. A mí me jode la vida ver estas cosas cada día

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