martes, 23 de octubre de 2012




Hace ya cuatro años. Nuestra aventura nocturna. La noche de las noches. La más larga. Su cuerpo diminuto contorsionándose. Bramando de dolor. Yo allí, como los hombres, de espectador pasivo. Hasta ese momento, idiota de mí, nada me hacía presagiar que todo el placer del mundo le proporcionaría a ella tanto dolor. Las mujeres se rompen, pensaba al mirarla. Deben estar hechas para romperse. Es lo que las hace tan fuertes. Felicidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.