lunes, 31 de diciembre de 2012




Ahora lee un libro de Jordi Bonells. Lo ha encontrado en su desordenada biblioteca. Hay lectores que dicen ser selectivos. A menudo, uno se encuentra con alguien que dice dirigir sus lecturas. Los que dicen dirigir sus lecturas son un poco como los que dicen dirigir sus carreras profesionales. Hay quien piensa que controla su vida. Eso es imposible. Al menos, de ese modo suele opinar Ebbinghaus. El libro de Bonells ha llegado a sus manos casi por azar. Javier Morant buscaba algo, otro libro, otro librito pop, para no tener que leer siempre a Proust. Esto es una excusa barata. Se pasa el tiempo leyendo cosas que no tienen nada que ver con Proust. Y luego habla de Proust como si fuera su escritor favorito. Pobre idiota, Javier Morant. Es un presuntuoso. Buscaba un libro de Arnaldur Indridason, cualquiera de sus libros. Javier Morant los tiene todos. Es muy fan del islandés. No obstante, se encontró con una novelita corta de Jordi Bonells. A Javier Morant le cae fenomenal Jordi Bonells. Por su condición de expatriado. Y porque ya no escribe en castellano. Se ha hablado mucho de Vladimir Nabokov, de la genialidad de cambiar de lengua a mitad de su carrera literaria, o de Joseph Conrad, polaco, que escribía en inglés. Samuel Beckett también cambió de idioma; según se dice, el tipo creía tener demasiada habilidad con el idioma inglés, de manera que se puso a escribir en francés para amarrar su estilo, para hacerlo un poco más tosco, menos fluido. De todos ellos se ha hablado mucho. Pero ahí está Jordi Bonells, que lo mismo escribe una novela en castellano o en francés, y que, al parecer, es mucho más conocido en Francia que en España. Un buen escritor ninguneado en el mundillo literario español. Un exiliano, un afrancesado.

Se ha hablado de la fragilidad de Jordi Bonells. Tal vez por ello, Javier Morant lo ha elegido. Ha elegido leerlo cuando se lo ha encontrado en su biblioteca. Porque Javier Morant tiene una suficientemente extensa biblioteca, en la que descansan multitud de títulos que todavía no ha leído. Javier Morant suele comprar muchos libros. No obstante, nunca los lee de inmediato. Los libros necesitan un tiempo de maduración en la biblioteca.

Domingo y Javier Morant salen a pasear. Se nota revuelo en las calles. Parece que la gente quiera celebrar algo. A saber. Hace frío. Domingo siempre tiene frío. Corre, suda y se constipa. No aprende. Los niños no aprenden. Javier Morant escribe un mensaje en su teléfono, para Silvia Serrat: Estamos en el supermercado y te echamos de menos. Enviar.

2 comentarios:

  1. Lei en su día una novela suya que era una especie de road movie de un jugador de ajedrez en busca de su maestro... después me olvidé de él. Recomiéndame algo suyo (en castellano). Me parece interesante.
    P.D: A mí me también me gusta comprar libros sin fecha de lectura predeterminada.

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  2. Esperando a Beckett y El Premio Herralde de Novela, supongo, pues son lo único que he leído; aunque Dios no sale en la foto y La segunda desaparición de Majorana no tienen mala pinta

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