lunes, 10 de diciembre de 2012

Leo que el escritor checo Ladislav Klíma acabó alimentándose de gusanos y alcohol por despreciar las comidas tradicionales burguesas. Yo no conocía a este autor, la verdad. La anécdota me ha impactado.

Ya nadie hay que lea los símbolos de esa forma, digamos, radical. Ya no hay locos con prestigio, locos lúcidos (valga la contradicción); capaces de leer de esa forma radical la plaga burguesa.

Uno mira su alrededor y todo es basura burguesa. Empezando por las zapatillas (de marca conocida), los pantalones vaqueros (cuidadosamente desarreglados), el aspecto pulcro y minimalista de los focos del techo (que me permite leer las letritas del teclado), el propio teclado portátil, el aparato musical y los discos compactos (cientos, proliferando por toda la casa representando el puto gusto burgués que yo solito he aprendido a consumir) o el televisor ultraplano. La basura burguesa se ha colado en nuestra vida como una plaga, sigilósamente, de modo que ya todo la representa. El bonito diseño de mi teléfono o la marca de mi automóvil. Como parte de un plan. Una trampa.

La sensación agobiante de estar atrapado. Incapaz de despreciar todos estos elementos, al fin y al cabo, simbólicos, representativos de la basura burguesa que nos rodea. El temor, irracional, de que despreciar de manera radical todo este confort conduce a la locura. Al fin y al cabo, al tal Ladislav Klíma se le tacha de loco. Un tipo que comía gusanos y alcohol.


3 comentarios:

  1. Tienes toda la razón (¿no has encontrado fotos de Klima?)

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  2. Hrabal me parece un buen sustituto, un misántropo bueno; Klíma, al menos en las fotos de internet, hace poses demasiado altaneras, excéntricas, dalinianas

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  3. Delillo es tu hombre. Y su "Ruido de fondo".

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