domingo, 14 de abril de 2013




A priori, Cosas de familia de Michael Ondaatje podría parecer un libro menor. Uno de esos libros llamados "menores". De no-ficción, autobiográficos, sin género. Memoria familiar, libro de viajes, en prosa, con fragmentos en verso. Yo estaba lleno de prejuicios hacia este autor. Prejuicios basados en la adaptación cinematográfica de una de sus novelas, El paciente inglés. Uno tiende a pensar que si la peli es romanticorra y convencional, la novela lo es. Y tal vez lo sea esa novela de Ondaatje. Desde luego, no la he leído. Y por ello no sé qué me hizo acercarme a este libro, Cosas de familia. Lo encontré en una Feria del Libro. Y lo compré por, digamos, sus valores intrínsecos, superando mis prejuicios hacia el autor, del que apenas sabía nada, excepto que había escrito aquella exitosa novela que había dado lugar a una exitosa película, romanticorra y convencional. El libro que tenía entre manos me atrajo por sus capítulos cortos, algunos cortísimos, y por el tono ligero y humorístico que adiviné leyendo algunas frases al azar. El puto esnobismo es un misterio que nos envuelve con su catarata de nombres. ¿Has leído lo último de Don DeLillo? Buah, flipante. Michael Ondaatje se introduce elegantemente en el mercado de los Best Sellers. De prosa fácil, fluida, a veces fuertemente evocadora y poética, el cingalés, al parecer, entrega una de cal y otra de arena. Novelones de corte clásico, decimonónico, se alternan con narraciones más experimentales, barajando estilos y géneros, como en Las obras completas de Billy el Niño, en la que nuestro autor revela su querencia por lo menor o lo popular.

En Cosas de familia se burla de los suyos; de un modo que recuerda a veces al Dovlátov de Los nuestros. Borracheras, amores ridículos, más borracheras. No obstante, Ondaatje es un escritor mucho más hábil, no tan esquemático (adoro el esquematismo de Dovlátov). Anecdotario, libro de viajes de perfiles borrosos. Me viene a la memoria A lo largo del camino, de Julien Gracq; un libro que leí a pequeños sorbos, tratando de descifrar la densidad de su prosa, que es como un muro de piedra, inquebrantable. La escritura de Ondaatje es mucho más blanda, más frondosa y ornamental. De hecho, Ondaatje tiene un colorido muy tropical, acuoso y selvático. De ahí ese rollo ligero y placentero, de burla, festivo, a pesar de lo narrado, que a mí particularmente tanto me ha gustado. El estilo, siempre el estilo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.