miércoles, 3 de julio de 2013
No hacer frases, no hablar.
No formular sino lo estricto,
que viene a ser en suma nada.
Creo en la virtud de la desgana.
No forjar sueños. No leer,
sino quemar quinientos libros,
si bien que dos junto a la almohada.
Creo en la virtud de la desgana
No buscar formas de novedad;
muy al contrario, huir de ellas,
y amar la faz acostumbrada.
Creo en la virtud de la desgana.
No doblegarse a la tentación
de crear obra en pos del arte,
sino dejar secar esa fontana.
Creo en la virtud de la desgana.
Y mirar la vida sin interés,
como quien ve pasar las nubes
tras el cristal de una ventana.
Creo en la virtud de la desgana.
La desgana:
esa rara y noble flor de lis,
o si se quiere,
esa amapola impávida entre la nieve.
La desgana:
esa flor que adorna el despertar,
renovada
junto a la prensa y el café,
sobre el mantel,
cada mañana.
Como el beato cree en su devoción.
Como el fauno en su pasión privada.
Creo en la virtud
de la desgana.
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Desgana enemiga de la codicia
ResponderEliminarDesgana enemiga de la servidumbre al poder
Desgana enemiga de la impostura
Y de las buenas maneras
“Preferiría no hacerlo”
Que dijo aquel
Bartleby de la pereza