lunes, 17 de marzo de 2014




No creo que se estrene una película en el 2014 que me guste más que Nebraska, de Alexander Payne. Trato de razonar este entusiasmo y no soy capaz de llegar a nada. Como cuando te cae bien una persona y no eres capaz de decir por qué.

Está el blanco y negro, que en este caso viste muy bien el cine de Payne. Las otras que he visto suyas son en color y parecen telefilmes. Ésta, además de bien medida, tiene un tono elegíaco al que le va muy bien el blanco y negro.

Es una historia de padres e hijos. Pero también es quijotesca: el padre es el loco, el hijo el sensato; al contrario de lo que suele ser. Hay un equilibrio inmenso, vastísimo, entre la ternura y el humor, entre la sátira social y el relato elegíaco (el tipo que viaja por última vez al lugar donde se crió, como despedida), entre el costumbrismo y la aventura.

Bruce Dern, el protagonista, consigue conjugar todas las tensiones que relata la película: resulta ridículo y tierno. Uno desearía protegerlo, como haría con alguien así de carne y hueso (me recuerda a mi propia abuela, cuando ella estaba ya en las últimas y se le iba la cabeza).

Después de haber visto la última de Lars von Trier (esa cosa pretenciosa en torno a las ganas de follar de una ninfómana), se agradece que el punto de partida de Nebraska sea casi una broma o un chiste: un viaje para cobrar algo que se sabe de antemano que es una estafa. Lo intrascendente sirve de excusa para perfilar maravillosamente bien una serie de personajes. Sus vidas. El pasado que los padres les ocultan a sus hijos. Las mezquindades en torno a las ambiciones personales y el dinero. La familia como ámbito de desunión, como construcción artificial, foco de hipocresías e incomunicación.

Nebraska podría haber salido de la imaginación del escritor Richard Ford; cuya última novela, Canadá, guarda no pocas similitudes con la película. Los viajes hacia el sur suelen ser redentores. El sur significa siempre el descubrimiento de la calidez y la sensualidad. El sur es un despojamiento, un triunfo. El viaje hacia el norte implica asumir una derrota. El norte es una carga. Simboliza todo lo que nos aborda de manera fría e implacable. El sur es la vida. El norte, por contra, es la muerte. El anciano de Nebraska viaja al norte para asumir todas sus cargas. En la novela de Ford quien viaja al norte es un adolescente; en su huida, sustituye el confort del hogar familiar por una vida solitaria y desventurosa.

Sabes que se trata de un artificio realista: cine de ficción que no renuncia a determinados tics. Pero parece que hayas presenciado un pedazo de vida; sales del cine creyendo que de verdad existe gente así. Crees entenderlo.

2 comentarios:

  1. Absolutamente de acuerdo contigo, Nebraska me ha encantado, es probablemente la película que más me ha gustado en lo que va de año. Yo no he visto al pretenciosa, como al calificas de Lars von Trier, pero he visto otra llena de ínfulas (una anécdota obvia alargada hasta el aburrimiento) que es Her. Por otra parte, a veces una obra maestra, como en mi entusiasmo me atrevo a calificar Nebraska, se beneficia del azar, porque en los paratextos que acompañan a la peli he leído que ofrecieron el papel protagonista del viejo que tan magistralmente interpreta Bruce Der, al sobreactuado Gene Hackman...

    P.S.- (Tú no eres tan buen hijo como el de la peli…)

    ResponderEliminar
  2. todavía no he tenido que demostrar lo buen hijo que puedo llegar a ser; y es algo que temo

    en cuanto al azar, estoy de acuerdo en que interviene necesariamente

    bon dia

    ResponderEliminar

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.