martes, 9 de septiembre de 2014




El alegre bebedor. Frans Hals, hacia 1627.

Frans Hals es el artista más destacado de una familia de pintores. Hijo de pintor, hermano de pintor y padre de pintor. Según he leído en algún lado, su hermano Dirck era, digamos, un pintor que exhibía una mayor libertad en cuanto a los temas. Dirck Hals pintaba escenas burguesas, interiores, que a mí me recuerdan un poco a los interiores de Jan Steen.

Es probable que Frans, en vida, fuese el menos notorio de la familia. Se especializó. Fue pintor de retratos y nada más. Aunque también he leído que admiraba a otro especialista, pero en bodegones, Pieter Claesz.

No he encontrado grandes certezas en su biografía. Se sabe poco, como sucede con Vermeer. Lo que permite elucubrar. Atribuirle cosas que probablemente sean falsas, como el alcoholismo que llevó a la ruina económica a su familia y los malos tratos a su primera mujer.

Estuvimos en la ciudad de Haarlem siguiendo el rastro de Frans Hals en las guías. Allí se encuentra un museo que lleva su nombre; aunque contiene más obras de otros pintores locales, bastante mediocres algunos, a mi modo de ver, que del propio Frans Hals. En ese museo hay varios retratos de grupo pintados por Hals, de las llamadas "milicias cívicas", muy valiosos. Aunque los retratos de grupo no son lo que prefiero. Me gustan más algunos de sus retratos individuales.

Frans Hals fue un "profesional" del retrato. Pintaba por dinero. Con habilidad y pulcritud, al principio. Y con extraordinarias rapidez y soltura al final. Su "defecto" es lo que le ha dado relevancia. Ese carácter inacabado que tienen los rostros, las manos, los detalles. La forma en que solucionó algunos de sus retratos (especialmente los de los personajes menos "nobles") prefigura la entrada en la modernidad de los Manet y otros. En ocasiones, viendo alguno de sus cuadros en el Rijksmuseum nos parecía contemplar una imagen que podría haber pintado el mismísimo Velázquez.

Hals era unos quince años más viejo que Velázquez. El holandés no tenía la cabeza tan bien armada como el sevillano a la hora de realizar juegos conceptuales. La pincelada velazqueña es mucho más brumosa, no tan seca como la de Hals. Pero a veces hay en los dos una misma actitud hacia el retratado. Una mezcla similar de distancia y piedad.

El alegre bebedor está en una de las salas del Rijksmuseum. Curiosamente, junto a un magnífico bodegón de Pieter Claesz. Creo recordar que también hay un Van Dick por allí cerca. Como si Frans Hals fuese la síntesis de ambos. El rigor de Claesz y la elegante libertad de los bustos de Van Dick.

A mí me gusta mucho El alegre bebedor, pero no más que otros de sus cuadros, todos similares a un nivel conceptual, y de facura similar también, como La cíngara o El bufón tocando el laúd. Retratos de medio cuerpo, gesticulantes, un poco histriónicos. Como Velázquez, Frans Hals fue un retratista abierto a todos los tipos humanos. Empeñado en capturar su naturaleza profunda. Su honorabilidad.

Hay temperamentos, como Goya, que parecen degradar al retratado. Con eso de indagar en la psicología se aproximan a la caricatura. Hals, al contrario, construye una dignidad en sus personajes, un orgullo, una decencia.

Frans Hals está enterrado en la Catedral de San Bavón, en la misma Haarlem. Había que pagar para entrar. Nos parecía cara la entrada, no recuerdo cuánto nos pidieron. Pero dando una vuelta, después de saborear unos arenques crudos, típicos de allí, en un puesto ambulante, encontramos una de las puertas de la catedral abierta. Asomamos el hocico y un tipo nos dijo que podíamos echar un vistazo rápido. Decenas de nombres, ilustres tal vez, grabados en las piedras adoquinadas del suelo. No encontré el nombre que yo buscaba.

Nadie sabe, según nos dijeron, el lugar exacto del nacimiento de Frans Hals. El museo de Haarlem está ubicado en un antiguo asilo de ancianos en el que, tal vez, pasó sus últimos días.

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho Hals, por cierto, el barrio de Harlem en Manhatan es casi lo único que queda de la presencia holandesa en la isla previa a la inglesa, cuando Nueva York se llamaba Nueva Amsterdam.

    Y estoy de acuerdo contigo (por una vez): Hals no caricaturizaba en sus retratos, pero pillaba in fraganti, en plena risa o en medio de un abucheo a sus modelos, que en cierto modo es casi peor o según para qué

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  2. sí, los pintaba en cierto modo en el "instante decisivo", como si fuese un fotógrafo... de modo que decía cosas sobre el personaje a través de sus gestos, su actitud, el atuendo... sin deformaciones expresionistas

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