viernes, 17 de abril de 2015




Leer a Naipaul es como presenciar un elefante abriéndose paso. Delicado y paciente, pero a la vez aplastando todo lo que aparece a su paso.

Naipaul es un hindú criado en Trinidad, una antigua colonia inglesa donde los hindúes constituyen una minoría. Dentro de la comunidad hindú, la familia de Naipaul forma parte de la casta de los brahamanes, la casta de más alto rango en la isla. Yo creo que todo este complejo juego de pertenencias y desarraigos ha debido conformar la rara mezcla de elegancia, delicadeza y, al mismo tiempo, aflicción que tiene la escritura de Naipaul.

Naipaul parece alguien que se sienta disminuido y se muestre altivo al mismo tiempo.

Se formó como escritor en Inglaterra. Probablemente, allí se fragua su carácter despectivo. Imagino que allí sería un personaje marginal. Se tuvo que conformar con relacionarse con otros inmigrantes, procedentes como él de las antiguas colonias. Sin embargo, seguiría teniendo el orgullo de pertenecer a una casta superior.

Su escritura debía tener un tono altivo, aristocrático. Al contrario que otros escritores marginales, Naipaul prefiere elevar su escritura; que le distancie del entorno que describe, sin atisbo de compasión.

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