miércoles, 23 de diciembre de 2015




Estamos de celebración: han reabierto unos cines que tenemos muy cerca, los Aragón. No han cambiado nada. Los han remozado un poco y hala, a funcionar. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez, siete, ocho, diez años?

Vamos a ver Un dia perfecte per volar, de Marc Recha. Una película sencilla, mínima, contemplativa; pero sin aires de trascendentalidad. Yo me quiero quedar a vivir dentro de esa película.

Una montaña muy poco pintoresca. Una montaña cualquiera, vulgarmente mediterránea. Tres personajes. El paisaje natural hipersensibilizado; pero no en un sentido romántico. A mi modo de ver, Recha juega a intensificar los detalles naturales. No hay hipérbole; no hay precipicio. En Recha el paisaje natural tiene un subrayado realista. Desde la butaca casi se pueden percibir los olores de la montaña. Y, sin embargo, el juego que se propone resulta profundamente sensato, fluido.

Siempre quiero irme a la mierda. La película de Recha es un ejemplo de cómo irse a la mierda de la mejor manera posible. Larga vida a Marc Recha.

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